Mi amor. Es la palabra clave con la que se dirigen uno al otro, y no es para las cámaras o para la grabadora. Les fluye. Anabel Angus y Marco Antelo están completamente enamorados. Viven juntos desde que se comprometieron, en septiembre del año pasado, con dos hermosos gatos, Garfield y Gokú.
Ella es buena para la limpieza, y el encargado de la cocina es él. Hoy se casan en La Macarena y brindan en los jardines del hotel Cortez, pero eso es lo de menos, todos los días salen nuevos detalles de la boda para satisfacer la curiosidad de los fans, incluido el grafitero que quiso hacer reflexionar a Anabel y desanimarla a casarse.
El privilegio es entrar en su nido de amor. Sencillo, cálido, pequeño, pero lleno de ellos, con muebles y ollas nuevas, comprados con ayuda de sus madres. Es el mismo departamento, cerca de Unitel, donde cada día la novia y sus amigas entrenan una coreografía para sorprender el 3 de junio, cuando tenga su boda simbólica en la Riviera Maya, en México.
Comparten un solo auto, es que los gastos nupciales no les resultan un chiste, y, además, ellos están pagando el paquete completo para sus padres y sus abuelos. Son figuras de la televisión, sin embargo, no quieren auspicios para ese día, desean que sea solo de ellos y de la gente más querida. "Yo tenía ganas de invitar a todos mis colegas, pero nuestra boda es modesta. Creo que sucede mucho en nuestra sociedad, vivimos en un mundo donde la banalidad está muy priorizada.
No sentimos afán o necesidad por demostrar lo que no somos, no nos preocupa. Lo que estamos haciendo es lo que podemos hacer y nada más, lo que está dentro de nuestras posibilidades.
Hemos invitado a 100 personas al cóctel de tres horas, con una decoración bastante campestre. Es algo sencillo que pasará más por lo emotivo", explica Marco, a lo que la novia agrega con las palabras precisas: "No esperen platería ni oro, esperen el mejor esfuerzo de Anabel y Marco por tener la boda de sus sueños con la gente que quieren y con la etiqueta de ser nosotros mismos". Además, quieren compartir con sus invitados y decirles muchas cosas, más allá de la foto de rigor.
Él tiene 25 años y ella 26. "Me robó", dice Marco en tono de broma, y ella aclara que solo es mayor por seis meses, pero demuestran mucha madurez al hablar de un futuro en común. Marco asegura que está enamorado de la Anabel imperfecta, más allá de la que todos conocen a través de la pantalla chica y del Carnaval.
"Yo le digo que es muy fácil enamorarse de ella, muchos, incluido el amigo grafitero, podrían hacerlo. Cualquiera se enamora de las virtudes, pero otra cosa es enamorarse de los defectos, y yo conozco sus defectos y también estoy enamorado de ellos. El día que engorde 40 kilos, no va a cambiar su esencia como persona. Espero que a ella le pase lo mismo", dice Marco, a lo que ella responde en medio de risas: "Te amo y te he amado con 10 kilos más".
El hogar que conforman hace ocho meses tiene reglas: sí o sí almuerzan juntos, agradecen por los alimentos antes de comer y por la jornada antes de dormir.
Recién se atreven a hacer pública la convivencia y tienen sus razones. "Era una decisión que queríamos hace mucho y nos costaba porque es difícil en una sociedad donde si no estás casado y te vas a vivir con tu novio, todavía se ve mal", dice Anabel, que tiene un padre muy conservador. Además, como un buen dúo de adulados en casa, tuvieron que sacar sus cosas poco a poco hasta que la idea sea asimilada por sus progenitores.
Después de la boda, no tendrán que encontrarse como un par de extraños a los que se les agotó la adrenalina de los preparativos nupciales. Cada uno conoce las virtudes y los defectos del otro. Al comienzo él dejaba la toalla en el piso y, por la vida acelerada de la presentadora, de vez en cuando Marco se encuentra 'mal parqueadas' unas extensiones de cabello que le pegan buenos sustos.
Y sobre el famoso grafiti que le dice a Anabel que no se case con ese opa, Marco sabe que es afortunado por tenerla conquistada. "Me imagino yo cómo sería la vida de Anabel y la mía si nos tomamos a pecho todo lo que nos dicen o nos escriben, terminaría en un suicidio. Ella podría estar saliendo con un jeque árabe, pero tengo la fortuna de haberla conquistado y me siento dichoso. Me enamoró su tenacidad con la vida, la forma en que consiguió las cosas. Triunfar de la manera en que ella triunfó, el cómo, es muy importante, sin ensuciarse las manos. Es una mujer que tiene muchos valores y es lo que uno quiere como compañera y madre de sus hijos”, dice.
Y Anabel también tiene buenos argumentos, no quiere el jeque árabe: "Mis padres nunca me hablaron de un perfil de esposo, pero sí que me respete buscando alguien que me respete. No hay cosa más hermosa que besar al hombre que amás, que te encanta, que tiene un corazón divino; que digás yo lo elegí. No es lo que tengo que tener a mi lado, es lo que yo quiero tener a mi lado", enfatiza.
Mientras tanto, Anabel está hecha un 'cuerazo', como le dice en broma Marco, que no puede disimular que, mientras más pasa el tiempo, más camote se pone de su futura esposa. Él también está en mejor condición física, es que ambos se pusieron las pilas y están entrenando, hace un par de meses, Crossfit.
Por lo menos en el caso de Anabel, ella nunca fue la mejor amiga de las disciplinas físicas, su buena figura es fruto de la generosa genética, pero se siente dichosa de que, por primera vez, comienza a saber lo que es tener abdominales, o por lo menos el germen. Ambos están radiantes. Anabel está tan delgada como cuando el ajetreo carnavalero le restó kilos, con la diferencia de que la felicidad la tiene radiante. Por fin están finalizando los estresantes preparativos de la boda.
Anabel soñó con casarse a los 26 años, y quién sabe si el destino le cumple también el deseo de tener gemelas, a las que quiere llamar Donatella y Antonella. Aunque Marco se inclina por varoncitos, también gemelos, a los que pretende bautizar como Luca y Santiago, y pide mujercita de yapa. Lo mejor de todo es que tienen antecedentes de gemelos por ambos lados
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