Sunday, February 8, 2015

Anabel Angus, con la reina en la intimidad

Lo que muchos saben: es la reina más carismática en la historia del Carnaval; ha crecido en los sets de televisión; no viene de cuna de oro; es la soberana que más viajes a provincia y al exterior tiene en su currículum; desde chica soñó con estar frente a las cámaras, y hace ocho meses tiene una relación con un 'churro', Marco Antelo, que despierta la euforia femenina cuando la acompaña.

Lo que pocos conocen: pasó clases de cocina, quema las pizzas en el microondas; ahora trabaja 20 horas al día y duerme cuatro; no tiene cirugías; es despistada y caduca; comenzó ganando Bs 350 en Unitoons y sus tías y vecinas se organizaban para que cuente con la ropa necesaria en sus inicios en la pantalla; ha tenido cuatro cortejos, tiene alguna experiencia en 'agarres'; aprueba las relaciones prematrimoniales; no la inquieta la posibilidad de tener un hijo homosexual; quiere casarse a los 26 años y ser mamá de gemelas (ya tiene los nombres, Donatella y Antonella); estuvo internada medio día por gastritis y se lastimó el cuello durante las precas; fue invitada hace poco para ser candidata en la arena política; su abuela quería que sea miss; no tiene tiempo para una relación, pero tiene al mejor cortejo; no dejaría sus sueños por amor, precisamente para después dedicarse por completo a su hogar, cuando lo tenga; en seis meses se mudará a su casa propia (cerca de sus padres, es 'faldera'); y hace un mes vive sola (en realidad con la compañía de su amado Garfield, un gato persa).

Envuelta en brillos y plumas, luce perfecta. No lo es. La reina es de carne y hueso, vive de su sueldo y se siente feliz así, con los pies descalzos y fiel a sus raíces de chica de barrio. “La tele te da un estándar económico y social, pero yo sigo siendo la misma. A veces me he sentido desubicada en algunos grupos por la sencillez, pero siempre he sido orgullosa de lo que soy, no me corro. Esto lo debo a mis padres, ellos me exigían que estudie, que limpie y que ayude cuando ya éramos tres hermanos; me pago el colegio desde tercero medio y también me pagué la universidad. Qué me iba a ir mal en los estudios si era mi plata”, dice quien estuviera en la lista de mejores alumnas, se titulara por excelencia en Comunicación Social en la NUR, pero se mantuviera fiel a su espíritu pata 'e perro, ese que despertó el estricto control de su papá hasta los 22 años, cuando la consideró una persona formada. “Yo lloraba y le decía papá, si estudio y trabajo, por qué no me dejás salir, y él me dijo que yo era ingenua, que pensaba que todo mundo era bueno y que empezaría a ver normales ciertas cosas. Ahora, él y mi mamá son mis amigos, mis compañeros”.

Anabel nunca se emborrachó con la fama, pero lo ha visto suceder en otros casos. “Olvidan sus raíces, todos venimos de algún lado, de una familia; desde el momento en que te corrés de lo que sos, estás mintiendo a los demás, pero no podés mentirte a vos mismo”, dice.

Alguna vez alguien dijo que Anabel no espera sus sueños sentada, y cuando las cosas no le salen como espera, aunque dé todo, llora 20 minutos y regresa a la lucha. A los 12 años ya sabía que quería estar en TV, lo logró, ahora es reina del Carnaval, dice que jamás imaginó la magnitud de la corona, pero la chica que adora tener todo bajo control, esta vez quiere dejarse llevar: “Antes quería lograr muchas cosas que ya conseguí, ahora la vida me está sorprendiendo”, reconoce.

Es dulce y fuerte, extraña mezcla, parece contradictoria, pero suficiente para catapultarla a una vitrina en la que muchas chicas de cuna de oro quisieran estar. Aun así, se baja del trono por decisión personal, “quería mantener las tradiciones, de ser la reina tocando la puerta de su pueblo, no que me vean inalcanzable”, asegura.

Hace un año, en una entrevista en EL DEBER, dijo que no tenía tiempo para el amor; sin embargo, hace ocho meses sale con Marco Antelo: “Él lo dice, que sigo sin tiempo para el amor, pero tengo un novio que se adecua a mi loca rutina y me avergüenza decir que yo me adecuo poco a él. Creo que cuando estás enamorado, podés hacer lo que soñás y eso no resta amor. Él hizo que vuelva a creer, amando en libertad y pienso que esta vida acelerada tiene que ver con que, cuando tenga familia, deseo trabajar la mitad de horas, ser madre y esposa”, confiesa.

Es católica, pero con suerte va a misa una vez al año, y ora todo el tiempo. No apoya el aborto, pero abre la posibilidad cuando se trata de abuso: “Un hijo es una bendición y si uno no está preparado, hay métodos para cuidarse”. Aprueba las relaciones prematrimoniales: “Es una forma de que las parejas se conozcan antes de un papel, yo no lo hago porque creo que una persona primero debe conocerse a sí misma, madurar para ofrecer algo a alguien más”. Sobre la homosexualidad, dice que está rodeada: “Mi maquillador, mi peinador y mi vestuarista son gais y creo que aporto al respeto hacia ellos, porque además de colegas son amigos”.

Se mata de la risa cuando habla sobre tener 'agarres', dice que es una realidad: “No podemos mentirnos, y si se da cuando estás sola, mientras no se haga daño a terceros, está dentro del criterio de cada uno decidir si es correcto o no”.

Más sincera que nunca, y con el alma al desnudo, Anabel Angus luce más desinhibida, no por eso menos dulce, porque es ella misma, tal cual, y sabe lo que tiene. “Valoro mi humildad y que sé escuchar, es lo que me ha llevado lejos”, confiesa

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